Cuando inicié la especialidad lo primero que me preguntaban todos era porqué quería ser uróloga, se sentía un ambiente de desilusión. Como si el hecho de ser mujer y aprender la urología fuera incongruente y desagradable. No faltaron los chistes sexistas como "nunca le des la espalda", "domadora de serpientes" y "uy, que miedo tener una pareja uróloga". Le di poca importancia y después hasta me reía de ellos. Ese estereotipo de la sociedad que la mujer debe ser ginecóloga y el hombre debe ser urólogo, ya que perteneciendo al mismo sexo "pueden entenderse mejor".
Luego comprendí que mi carrera es mucho más versátil de lo que la gente puede imaginar. Porque no sólo trato pacientes hombres sino también niños, niñas, mujeres y embarazadas. No se circunscribe a ver únicamente genitales masculinos y examinar próstatas con el tacto rectal, sino también estudiar y tratar la complejidad de las vías urinarias que está presente en ambos géneros y prevenir el daño no reversible en los riñones.
A lo largo de la carrera, descubrí que ser mujer en mi especialidad es una bendición, ese "toque femenino detallista, empático y dedicado" que siempre hace falta en la atención médica. No hay que comportarse como hombre para entender, conversar y estar entre hombres. Sin embargo requiere un esfuerzo adicional para derribar el prejuicio machista, esto se logra con calidad de servicio profesional. Todas las cirugías en lugar de ser rústicas, son disecciones delicadas de estructuras endebles. El acceso es limitado y el sangrado es fácil, por lo que la cirugía endoscópica y robótica ha ayudado en la visualización y precisión.
Siempre los pacientes me recuerdan que parte de su elección para venir a nuestra atención es por el hecho de ser mujer uróloga. Se sienten en confianza de confesar sus problemas sexuales y permitir examinarse. Muchos de ellos establecen su primer contacto médico con el urologo. Trato de ofrecerles una experiencia agradable y reveladora de mitos alrededor de su salud para que continúen sus controles médicos. Por supuesto que no se arrepienten.
Luego comprendí que mi carrera es mucho más versátil de lo que la gente puede imaginar. Porque no sólo trato pacientes hombres sino también niños, niñas, mujeres y embarazadas. No se circunscribe a ver únicamente genitales masculinos y examinar próstatas con el tacto rectal, sino también estudiar y tratar la complejidad de las vías urinarias que está presente en ambos géneros y prevenir el daño no reversible en los riñones.
A lo largo de la carrera, descubrí que ser mujer en mi especialidad es una bendición, ese "toque femenino detallista, empático y dedicado" que siempre hace falta en la atención médica. No hay que comportarse como hombre para entender, conversar y estar entre hombres. Sin embargo requiere un esfuerzo adicional para derribar el prejuicio machista, esto se logra con calidad de servicio profesional. Todas las cirugías en lugar de ser rústicas, son disecciones delicadas de estructuras endebles. El acceso es limitado y el sangrado es fácil, por lo que la cirugía endoscópica y robótica ha ayudado en la visualización y precisión.
Siempre los pacientes me recuerdan que parte de su elección para venir a nuestra atención es por el hecho de ser mujer uróloga. Se sienten en confianza de confesar sus problemas sexuales y permitir examinarse. Muchos de ellos establecen su primer contacto médico con el urologo. Trato de ofrecerles una experiencia agradable y reveladora de mitos alrededor de su salud para que continúen sus controles médicos. Por supuesto que no se arrepienten.
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